Un poco de historia del Rafting
¿Dónde están los inicios del Raft?
No cabe duda que el primer hombre que se subió a un tronco de árbol y trato de establecer una trayectoria dirigiéndolo sobre la corriente, sin duda estableció los inicios de los descensos de ríos.
En la antigüedad la necesidad de atravesar los ríos y recorrerlos, utilizándolos como vía de comunicación y transporte, entre otros de mercancías, se convirtió en una necesidad evidente y creciente. Íntimamente ligado a esta necesidad surge la evolución de las embarcaciones, siempre buscando su lado práctico y económico.
Ya hemos comentado en una entrada anterior que el rafting, podemos definirlo como el descenso de ríos en balsas neumáticas, por lo tanto hay que considerar el rafting, como una evolución de las antiguas embarcaciones, por la aparición de nuevos materiales, siendo su técnica de manejo similar al de transporte en las antiguas bolsas de troncos unidos.
Entre estos nuevos materiales la aparición del caucho y el desarrollo de sus aplicaciones, hace que un tipo de embarcaciones sufran una transformación transcendental para hoy nuestro deporte, cuando a mediados del siglo XIX, una compañía británica creó una embarcación neumática en este material, llegándola a probar incluso hasta en las aguas heladas de el ártico.
En esa misma época un norteamericano llamado Peter Halket concibió una embarcación, formada por cámaras de aire recubiertas de algodón impregnado en caucho y recubierto todo ello de una tela de cáñamo, naciendo así las embarcaciones cuyo mayor volumen está ocupado por aire.
Así durante los decenios siguientes tanto en Estados Unidos como en Europa, el uso de embarcaciones neumáticas estaba circunscrito únicamente al ámbito militar para el transporte de tropas y es solamente durante la segunda mitad de los años 50, después del naufragio del Andrea Doria, cuando la mayor parte de las compañías navieras trasatlánticas, optaron por las balsas neumáticas, como equipamiento de seguridad a bordo.
El Rafting como actividad turística
Pero ya en 1951 la compañía estadounidense, Georgie White ofertaba los primeros descensos turísticos en balsa neumática por el rio Colorado. En sus orígenes estos descensos estaban destinados a aventureros que desearan pasar dos semanas en el interior del cañón del Colorado, siguiendo las trazas de los pioneros, navegando sobre las aguas del poderoso rio.
Pero muy rápido el número creciente de personas ávidas de esta experiencia, genero un fenómeno turístico que lo convirtió en el gran clásico de los descensos de rio a nivel mundial, lo que hizo que en 1972 el Servicio de Parques Nacionales del Gran Cañón, reglamentara la afluencia a un máximo de 17.000 personas por año, con el fin de limitar el gran impacto turístico, sobre el medio natural del cañón.
¿Tendremos que tomar nota, y ejemplo de los norteamericanos, para el caso cercano de los Descensos en canoa y kayak por el Sella? Aquí dejamos la pregunta para la reflexión.
Visto el enorme éxito de los descensos por el Colorado, grupos de expertos rafters (Guías de raft), comenzaron a prospectar por otros ríos de aguas bravas, con el fin de explotar comercialmente esa aventura.
Con el paso del tiempo el material mejora y evoluciona, hacia embarcaciones de menor tamaño, sin estructuras rígidas para adaptarse a ríos con menos envergadura y dimensiones que el Colorado, pero muchas veces con más pendiente y por tanto más impetuosos. Así otras muchas compañías imitaron a la Georgie White, llevando al rafting a una poderosa actividad deportiva organizada para el turismo.
Hoy día es prácticamente imposible una estimación precisa sobre las cifras de personas y dinero que puede mover esta actividad, pues en casi todo el mundo y en casi todos los cursos de agua practicables para esta actividad, existen organizaciones que ofrecen esta.
Recuerda que si deseas practicar Rafting en Asturias te ofrecemos la posibilidad de realizarlo tanto en el río Sella como en el río Cares.