Clasificación o Nivel de Dificultad de las aguas en la práctica del Piragüismo
Así como un esquiador sabe que una pista señalada como negra es mucho más pendiente y difícil que una calificada como roja o azul y un escalador conoce el nivel de dificultad técnica que implica una vía de cuarto, quinto, 6a, 6c, etc., para determinar si entra dentro de sus posibilidades superarla, en función de su destreza técnica, también el piragüismo cuenta con una escala de niveles de las aguas según su dificultad técnica para la navegación.
Especialmente en los ríos esta clasificación siempre deberá estar referenciada en unos niveles o volúmenes de agua medios o determinados que deberán estar señalados en los mapas y croquis correspondientes, dado que el carácter cambiante de esos parámetros en el medio fluvial es una constante debido a crecidas por deshielo, lluvias, sueltas de presas, etc., lo que sin duda puede hacer cambiar significativamente la clasificación de dificultad.
El Sistema de Clasificación Internacional, aprobado en los años setenta por la ICF (Federación Internacional de Piragüismo o Canoa-Kayak), clasifica los rápidos en una graduación de 1 a 6.
La Federación Española de Piragüismo, recoge desde entonces en su Reglamento General y Técnico esta clasificación, siendo en la última actualización de este el 26 de octubre de 2020 y reflejada está en su artículo 8.
DIFICULTAD DE LAS AGUAS SEGÚN LA FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE PIRAGÚISMO
Se establecen unas valoraciones internacionales de dificultad para el trazado de recorridos, de la siguiente manera:
Nivel I:
Fácil. Aguas tranquilas sin ninguna dificultad de navegación.
Nivel II.
Pequeñas dificultades, con corrientes, presas y rápidos sin dificultad.
No aptos para embarcaciones de pista o velocidad.
Aconsejable el uso de chaleco salvavidas y casco.
Nivel III:
Navegación difícil. Es obligatorio a partir de este nivel el casco, y chaleco salvavidas.
Corriente viva, rápidos francos, exigen dominio de la embarcación.
No aptos para embarcaciones de pista o velocidad
Nivel IV:
Muy difícil. Pero sin peligro para palistas entrenados.
Pasos no visibles desde la embarcación.
No aptos para embarcaciones de pista o velocidad.
Es obligatorio el casco, chaleco salvavidas
Nivel V:
Navegación extremadamente difícil. Peligroso. Únicamente para palistas perfectamente entrenados y preparados.
Aunque haya una ruta segura, es fácil perder el control en ocasiones.
Se extreman las medidas de seguridad.
No aptos para embarcaciones de pista o velocidad.
Es obligatorio el casco y chaleco salvavidas.
Nivel VI:
Infranqueable. Impracticable. Sin posibilidad de navegación.
Aunque bien es cierto que esta es literalmente la clasificación que rige en estos momentos, en una simple lectura de esta se perciben conceptos repetitivos en diferentes categorías o niveles superiores que se deben presumir como obvios.
Asimismo se deduce que esta clasificación puede resultar clarificatoria para el ámbito del piragüismo de competición dentro del ámbito Federativo, pero sin duda se ha quedado francamente obsoleta dada la evolución dentro del piragüismo de aguas bravas, donde la aparición de nuevos materiales, la evolución técnica de los deportistas y la aparición de nuevas modalidades hace que hoy en día se naveguen rápidos o tramos de río que en los años 70 se consideraban infranqueables.
Así como en el ámbito de la escalada con los años ha habido una adaptación en las clasificaciones de dificultad, en función del mayor conocimiento del medio, mejora del material y aumento del nivel técnico, se ha de considerar que en la navegación en kayak y canoa en ríos ha de llevar pareja, en función de estos mismos considerandos una nueva clasificación que defina los diferentes matices dentro de los niveles sobre todo altos.
Es indudable que los niveles 1 y 2, apenas necesitan revisión, pero a partir de ahí las situaciones se plantean más variadas y complejas. A partir de este hecho y tomando como base la clasificación actual los piragüistas practicantes de aguas bravas van realizando matizaciones dentro de los niveles superiores, esto es 3, 4 y 5, señalando con un signo + o un signo -, si dentro del nivel el paso o tramo en cuestión está más próximo al nivel superior o inferior respectivamente, así como matizando algunos aspectos obviados en la clasificación de la ICF.
De esta manera, la clasificación oficial creemos que queda de facto matizada de la siguiente manera:
CLASIFICACIÓN OFICIAL DIFICULTAD DE LAS AGUAS
Nivel I:
Fácil. Aguas tranquilas sin ninguna dificultad de navegación. Corrientes poco percibidas.
Nivel II:
Pequeñas dificultades, con corrientes y rápidos sin dificultad.
No aptos para embarcaciones de pista o velocidad, con timón de fondo, en caso de poca profundidad.
Aconsejable el uso de chaleco salvavidas y según el caso cubrebañeras y/o casco.
Nivel III: (+ -)
Navegación difícil. Es obligatorio a partir de este nivel, chaleco salvavidas, cubrebañeras y casco.
Corriente viva, rápidos francos que exigen dominio de la embarcación. Navegación a vista. (Se observan los pasos desde la embarcación)
No aptos para embarcaciones de pista o velocidad
Nivel IV: (+ -)
Muy difícil. Pero sin peligro para palistas entrenados.
Pasos no visibles desde la embarcación.
Obligatoria inspección previa, por el tamaño y complejidad de los rápidos, para establecer la ruta.
Nivel V: (+ -)
Navegación extremadamente difícil. Peligroso. Sólo para palistas perfectamente entrenados y preparados.
Aunque haya una ruta segura, es fácil perder el control en ocasiones.
Se extreman las medidas de seguridad.
Nivel VI:
Infranqueable. Impracticable. Sin posibilidad de navegación.
Aun así, esta clasificación meramente aclaratoria de la situación actual ciñéndose estrictamente a la oficial, se queda corta, pues a partir del tercer nivel, donde verdaderamente empieza el mundo de las aguas bravas, necesitaría una redefinición poniendo en consideración elementos como la peligrosidad y otros.
Del mismo modo, no tiene sentido mantener el VI nivel como infranqueable, pues el ámbito del V nivel sería por sí mismo insuficiente para calificar la enorme casuística que se presenta, de ahí que el sexto grado está hoy recogido como practicable por piragüistas con un altísimo nivel.
De ello, lo infranqueable o impracticable por sí mismo no debería entrar en una clasificación de graduación de dificultad, sino que se quedaría simplemente como eso, lo imposible de navegar, marcándolo en los mapas y croquis simplemente con una X.
Con todos estos mimbres expuestos, paso a comentaros como están las cosas, para evitar confusiones, ya que los piragüistas de aguas bravas que evolucionan al margen del ámbito Federativo se rigen más por la Clasificación Internacional de Dificultad de los ríos, que es un sistema estadounidense utilizado para calificar la dificultad de navegar por un tramo de río, o por un único rápido.
Fue creada por la American Whitewater Association (AWA) para clasificar la dificultad de los ríos en todo el mundo, de ahí el título de internacional.
La clasificación trata de reflejar la dificultad técnica y el nivel técnico requerido de acuerdo a la sección del río.
No debe de confundirse con la, ya vista, Clasificación de aguas utilizada internacionalmente y que es publicada y adaptada por el Comité de la Federación Internacional de Piragüismo o Canoe-Kayak. (ICF).
Esta también establece seis categorías, cada una de las cuales se denomina grado o clase seguida de un número. La escala no es lineal, ni fija. Por ejemplo, puede haber en un tramo diferente grados, dos difíciles, tres fáciles, etc.
El grado de un río puede y suele cambiar con el nivel del flujo o caudal.
A menudo, a un río o rápido se le dará una calificación numérica y luego un más (+) o menos (-) para indicar si se encuentra en el extremo superior o inferior del nivel de dificultad.
Si bien a una sección de un río se le puede dar una clasificación general, puede contener secciones por encima de esa clasificación, que estarán señaladas de forma específica (Ej. Es un río de grado III con un paso de IV) o, por el contrario, también puede contener secciones de agua de clasificación más baja. Se pueden proporcionar también detalles sobre los porteos si se plantean desafíos específicos.
Insistimos en que no debe confundirse la Clasificación de la ICF, con la de la AWA, pues es muy común entre los piragüistas el mezclar conceptos y elementos propios de cada uno de ellos. Un ejemplo constatable es oír a los deportistas hablar de grado o clase, cuando en realidad se están refiriendo a nivel, ateniéndonos a la clasificación ICF.
Lo ideal sería que hubiese una unificación y desarrollo en conjunto de estas clasificaciones, ya que en lo esencial son muy parecidas.
Así, en la descripción de la AWA, tendremos:
Clase A - Agua de lago. Ningún movimiento perceptible.
Clase I - Fácil. Agua tranquila o en movimiento con olas ligeras (rifles) o pequeñas. Pocas obstrucciones, todas obvias y fáciles de pasar con poco entrenamiento. Pasos despejados, ocasionales bancos de arena y curvas suaves. Los problemas más difíciles pueden surgir al palear alrededor de pilares de puentes y otras obstrucciones obvias. El riesgo para los nadadores es leve; el autorrescate es fácil.
Clase II - Novato. Dificultad moderada. Agua medianamente rápida; rápidos con olas regulares. Pasajes claros y abiertos entre rocas. Rápidos sencillos con canales amplios y claros que se ven sin necesidad de exploración. Es posible que se requieran maniobras ocasionales, pero los piragüistas entrenados evitan fácilmente las rocas y las olas de tamaño mediano. Los nadadores rara vez se lesionan y la asistencia del grupo, aunque útil, rara vez es necesaria. Los rápidos que se encuentran en el extremo superior de este rango de dificultad se denominan Clase II+.
Es un medio adecuado para personas con nivel intermedio que puedan maniobrar embarcaciones y leer el agua. (Técnica de reconocimiento de la hidrotopografía).
Clase III - Intermedio. Moderadamente difícil. Rápidos con olas moderadas e irregulares que pueden ser difíciles de evitar y que pueden inundar una canoa abierta. A menudo se requieren maniobras complejas en corrientes rápidas y un buen control de la embarcación en pasajes estrechos o alrededor de cornisas. Puede haber grandes olas o coladores, pero se evitan fácilmente. Se pueden encontrar fuertes remolinos y efectos de corrientes, especialmente en ríos de gran caudal que requieren experiencia en navegación en ríos. Es mejor dejar estos rápidos en manos de piragüistas con habilidades expertas. La exploración es recomendable para grupos sin experiencia. Las lesiones al nadar son raras; El autorrescate suele ser fácil, pero es posible que se requiera asistencia grupal para evitar nadar durante mucho tiempo. Los rápidos que se encuentran en el extremo inferior o superior de este rango de dificultad se denominan Clase III- o Clase III+ respectivamente.
Clase IV - Avanzado. Difícil.
Rápidos intensos, potentes pero predecibles que requieren un manejo preciso de la embarcación en aguas turbulentas. Dependiendo del carácter del río, puede presentar olas grandes e inevitables y agujeros o pasajes estrechos que exigen maniobras rápidas bajo presión. Puede ser necesario un giro rápido y fiable para iniciar maniobras, explorar rápidos o descansar. Los rápidos pueden requerir movimientos "imprescindibles" por encima de zonas peligrosas. Puede que sea necesario realizar una exploración la primera vez que bajes o bien una inspección visual obligatoria. El riesgo de lesiones para los nadadores es de moderado a alto y las condiciones del agua pueden dificultar el autorrescate. La asistencia grupal para el rescate suele ser esencial, pero requiere el conocimiento y las habilidades previamente practicadas. Es importante la preparación anticipada para posibles trabajos de rescate. Los rápidos que se encuentran en el extremo inferior o superior de este rango de dificultad se denominan Clase IV- o Clase IV+ respectivamente.
Clase V - Experto. Extremadamente difícil. Rápidos muy largos, con muchos obstaculos o muy violentos que exponen al palista a un riesgo adicional. Los descensos pueden contener olas y agujeros grandes e inevitables o rampas empinadas y congestionadas de obstaculos con rutas complejas y exigentes. Los rápidos pueden continuar a lo largo de largas distancias entre zonas calmas, lo que exige un alto nivel de condición física. Pendientes extremadamente pronunciadas. Los preparativos de rescate son obligatorios. Se recomienda la exploración previa, pero incluso el reconocimiento puede resultar difícil. Solo puede ser afrontado por los mejores expertos en aguas bravas. En el extremo superior de la escala, varios de estos factores pueden combinarse. Nadar es peligroso y el rescate suele ser difícil incluso para los expertos. Son esenciales el equipo adecuado, una amplia experiencia y habilidades de rescate practicadas.
Debido al gran rango de dificultad que existe más allá de la Clase IV, la Clase V es una escala abierta de múltiples niveles designada por clase 5.0, 5.1, 5.2, etc. Cada uno de estos niveles es un orden de magnitud más difícil que el anterior. . Es decir, pasar de Clase 5.0 a Clase 5.1 es un orden de magnitud similar al de pasar de Clase IV a Clase 5.0.
Clase VI - Extraordinariamente difícil. Los piragüistas se enfrentan a una constante amenaza de muerte debido al peligro extremo. Navegable solo cuando los niveles y condiciones del agua sean favorables. Rara vez se intentan carreras de esta clasificación y, a menudo, ejemplifican los extremos de dificultad, imprevisibilidad y peligro. Las consecuencias de los errores son graves y el rescate puede resultar imposible. Estos violentos rápidos deberían dejarse en manos de piragüistas con preparación y condiciones excepcionales. Se deben tomar todas las precauciones de seguridad. Solo para equipos de expertos, en niveles de agua favorables, después de una minuciosa inspección personal y tomando todas las precauciones. Después de que un rápido Clase VI se haya corrido muchas veces, su clasificación puede cambiarse a una clasificación apropiada de Clase 5.x.
En otro orden, además, se dispone de una interesante clasificación en función del nivel de agua, que como habíamos comentado al principio es determinante en la clasificación de dificultad.
Es obvio que las características de un río pueden cambiar notablemente a medida que el nivel del agua sube o baja. Así es de esperar que un conjunto de rápidos de Clase II puedan convertirse en rápidos de Clase IV cuando el agua está anormalmente alta después de un deshielo de primavera o después de una fuerte tormenta.
Por el contrario, una Clase IV puede convertirse en un grado inferior en situaciones de poca profundidad, cuando el nivel del agua es bajo como suele suceder a finales del verano.
Incluso los tramos normalmente tranquilos se vuelven turbulentos y peligrosos en la época de inundación, porque la fuerza de la corriente golpeando con rocas u obstáculos crea condiciones en superficie poderosas y peligrosas.
Por todo ello, somos fervientes partidarios de una clasificación de dificultad siempre referenciada en los niveles que deben acompañar la carta o mapa de navegación, así como el lugar de referencia del aforo.
Aun así, antes de afrontar por primera vez un río debemos cerciorarnos con piragüistas locales de que estos datos están actualizados, así como recoger información de todos los elementos que hayan dado lugar a cambios o hayan podido influir en el régimen del río. Construcción o desaparición de presas o azudes, sueltas de agua, deslizamientos del terreno, caídas de rocas, de árboles, etc.
Recuperando el hilo de la clasificación en función del nivel de agua, diremos que se ha ideado un sistema para describir la situación de un río en función del caudal.
Hay que tener en cuenta también que la clasificación de un río específico puede cambiar de una temporada a otra.
Las siguientes designaciones de letras se utilizan para describir el nivel del agua y el caudal:
L, o Bajo. Niveles por debajo de lo normal para el río. Una profundidad inferior a lo normal que puede llegar a interferir con una idónea navegación. Las zonas poco profundas pueden convertirse en bancos secos y las zonas bajas de los ríos en bancos de arena fangosos.
M, o Medio. Caudal normal del río. El término agua media generalmente se utiliza para describir buena agua para ríos con ligeras pendientes y suficiente profundidad para el paso en los rápidos o secciones más pendientes.
MH, o Medio Alto. Más alto de lo normal. Flujo más rápido en pendientes suaves. El mejor caudal para tramos de río más difíciles con suficiente agua para pasar por salientes bajos y caos de rocas.
H o Alto. El agua se vuelve difícil de manejar. El río está muy por encima del nivel normal. Los piragüistas pueden referirse a las fuertes corrientes como "pesadas". Es posible que pasen flotando pequeños trozos de madera, lo que es una advertencia de que el río es peligroso y que es mejor dejarlo en manos de piragüistas expertos, cuyas embarcaciones estén debidamente equipadas con bolsas de flotabilidad.
HH, o Alto-Alto. Agua muy pesada. La hidráulica es compleja. Incluso las ligeras pendientes se vuelven traicioneras. Trozos de madera, ramas y troncos se hacen frecuentes. Sólo para expertos.
F, o Inundación. Agua anormalmente alta y extremadamente violenta, desbordando las orillas, con parte o toda la zona del valle bajo el agua. No apto para navegantes, excepto aquellos con el equipo adecuado en misiones de rescate peligrosas.
Esta es la situación común en la que los equipos de televisión aparecen para grabar las noticias de los informativos.
Por último, veremos una propuesta de Clasificación surgida de la mano del afamado y multifacético kayakista Sudafricano Corran Addison, cuya propuesta profundiza en las emprendidas por otros destacados piragüistas.
Escala de graduación de ríos propuesta por Corran Addison:
La propuesta se basa en la combinación de tres valores o aspectos diferentes como son la dificultad, el peligro y la accesibilidad.
De esta forma establece la graduación de dificultad basándose en el sistema norteamericano de la AWA, visto anteriormente y que establece la graduación desde la clase 1 a la 6.
La segunda cifra indica o hace referencia a los peligros que puede tener el río y señala un baremo que también va entre 1 y 6, es decir desde un rápido, tramo o rio que no presente ningún riesgo en condiciones normales, hasta una clase 6 donde la vida del piragüista puede estar en peligro en el caso de tener que abandonar la embarcación.
Con este criterio se diferencian rápidos o ríos que pueden ser fáciles técnicamente, pero que pueden presentar un mayor peligro por la existencia de sifones, rebufos, etc., que otros más técnicos pero menos peligrosos
Respecto al tercer parámetro en cuenta, es decir la accesibilidad propone por letras de la “a” a la “c”, en función de que esta sea fácil, media o difícil, de esta manera dentro del ámbito señalado con la letra “a”, tendremos un lugar de navegación en el que es fácil acceder y abandonar la actividad donde en las proximidades hay un vial de comunicación.
Con la letra “b”, se catalogarán, los rápidos, tramos o ríos donde la evacuación es ya más complicada, no habiendo vías de comunicación cercanas y en caso de emergencia la ayuda tardaría en llegar.
Por último, la clase “c” ya son situaciones de muy difícil acceso, dónde la ayuda podría tardar más de 24 horas en llegar, por lo que en caso de emergencia se plantearía una situación extrema.
Visto esto, la clasificación iría desde la clase “1/1/a”, hasta la clase “6/6/c”, con todas las variables o combinaciones posibles.
CONCLUSIONES
Se ha tratado de reflejar en este artículo, las diferentes clasificaciones existentes a la hora de definir la dificultad de un rápido, un tramo o un río, con el fin de evitar equivocaciones y evidenciar la necesidad de una única clasificación.
Como se puede apreciar aunque hay una gran similitud entre ellas, también son notables algunas diferencias, por ello debemos apelar a la toma de precauciones a la hora de interpretar un mapa o croquis de una zona concreta, ya que estas pueden variar según a la escala o clasificación a la que nos referimos.
La calificación de un rápido, tramo o rio lo establecen los practicantes y consecuentemente puede estar determinada por el nivel, habilidad y experiencia de los piragüistas que califican. A la hora de graduar una sección siempre se debe buscar la objetividad y para ello lo óptimo es buscar el contraste con otros compañeros.
Como hemos señalado, es probable que la pendiente de un río o un rápido cambien junto con el nivel de agua. De ahí que cuando se califique un rápido o un río debe de señalarse con qué caudales se hace esta asignación.
Los ríos que desplazan grandes volúmenes de agua presentan unas características de navegabilidad diferentes a las que se precisan para ríos estrechos, sinuosos y con gran presencia de piedras, por lo que deberemos adaptar los conocimientos de navegación a ambos ámbitos.