El puente de madera de Ribadesella, el primer puente sobre la ría
El paso del rio Sella a mediados del siglo XIX no dejaba de presentar los inconvenientes característicos de cualquier gran río en la región, pues no había ningún puente que permitiese cruzarlo aguas debajo de Cangas de Onís.
En Ribadesella este inconveniente se salvaba con un servicio de lanchas que cruzaba la ría con personas y mercancías.
Este servicio en Ribadesella debió ser siempre un negocio ciertamente lucrativo, tanto que algunas familias principales, tanto riosellanas, como forasteras (Junco, Estrada o Nava), disfrutaron de intereses en él desde al menos el siglo XV, siendo el Regimiento quien llevaba la administración del servicio, estableciendo los precios que se habrían de pagar por el pasaje y arrendándolo al mejor postor (Antonio Duque de Estrada corregidor de Toro y Ciudad Rodrigo, entre 1613 y 1635 declara la posesión de pozos en el rio Sella y rentas en la barca de Ribadesella).
Los vecinos del concejo, así como los de Caravia pagaban una cantidad fija anual, siendo gratuito el paso para los vecinos de la capital municipal. El Regimiento riosellano mantuvo la titularidad de aquel barcaje hasta 1735 en que el Gremio del Mar se hizo cargo del mismo, manteniendo algunos años los derechos que los particulares tenían en las rentas que generaba.
Desde entonces el arriendo de las barcas del pasaje vino a constituir uno de los ingresos fijos sobre los que se sustentaba la economía gremial.
La cuantía de aquel servicio variaba anualmente y también con el paso del tiempo, fluctuando entre 200 y 400 Ds, en 1857, salvo quizás durante la Guerra de Independencia en la que incluso, en 1810, el barquero renuncio al cargo por el peligro que le suponían los continuos enfrentamientos de las tropas francesas con las guerrillas asturianas que operaban en la zona y el excesivo trabajo que le suponía el paso continuo de tropas entre ambas orillas, sin percibir nada por ello.
Para adjudicar el arriendo del barcaje, el Gremio podía reunirse cualquier día del mes de Diciembre, o en otra fecha distinta, aunque lo habitual era realizarlo el 31 de dicho mes, coincidiendo con la Junta General anual.
La adjudicación del mismo se hacía mediante subasta entre los matriculados, normalmente por dos años y de enero a diciembre, aunque a partir de, aproximadamente 1820, se estableció que el arriendo fuese anual.
Los acuerdos de juntas referentes al arriendo de las barcas de pasaje, apenas experimentaron variación con el paso del tiempo y las cláusulas de por ejemplo 1830, eran idénticas, salvo pequeñas variaciones, a las que se habían establecido durante el siglo XVIII.
Los pasos se hacían en barcas, en varios lugares del río Sella, estando en Ribadesella una prestando los servicios en el vaho del Alisal (A partir de 1761 y por lo menos hasta 1855 era un servicio municipal arrendado) y otra próxima a la desembocadura que era el paso principal unía la Rambla de la Grúa con el Arenal de la Playa de Santa Marina también dependiente del Ayuntamiento hasta que a partir de 1735 el Gremio del Mar logró hacerse cargo del pasaje de la ría y sobre todo en 1738 al derecho exclusivo de la pesca del salmón en la ría.
Este paso es el que daba continuidad al Camino de Santiago como camino costero que comunicaba la comarca con Cantabria.
La mejora de comunicaciones a través de carreteras y caminos vendría con la construcción de la carretera Ribadesella-Sahagún, que empezada en 1852, diez años después solo tenía concluido el tramo hasta Cangas de Onís.
La carretera interior hacia Oviedo no se terminó hasta 1868 con el tramo Arriondas-Infiesto.
Ya en 1863 el Ayuntamiento de Ribadesella afronta la necesidad de construir un puente sobre la ría, a realizar en madera y que continuaría con un camino que permitiría la comunicación en Ribadesella y conectase el camino que llevaba hacia Parres por El Carmen, con el antiguo camino real de la costa, hacia Caravia y Colunga.
El proyecto del puente chocó con los intereses del Gremio de Mar que ya disponía y explotaba la barca de pasaje que comunicaba las dos orillas en la desembocadura del Sella, dando servicio entre la Rambla de la Barca y la Punta del Arenal de Santa Marina y es que en el siglo XVIII.
El canal de agua de la ría tenía una disposición muy diferente a la actual, siendo en aquella época el mejor fondeadero en los aledaños de la Rambla de la Barca, estimándose que podían acomodarse en aquel lugar más de treinta embarcaciones que calasen 9 pies de Burgos, siempre a flote. Aquí solían atracar las de mayor porte y siempre las de transporte de sal.
El Gremio de mar disponía entonces de dos barcas para el pasaje de la ría. La más antigua, matriculada en 1787, se llamaba “San Telmo” y tenía un porte de 2,75 t., siendo sus dimensiones 615 cm de quilla, 739 de eslora, 190 de manga y 46 de puntal.
La otra se llamaba “San Roque”, que se había botado en Luanco en 1831 y vino a sustituir a otra que se había perdido en un temporal en diciembre de 1830.
Sus dimensiones eran de 700 de quilla, 971 de eslora, 258 de manga y 74 de puntal.
El Gremio de la mar contaba con la Casa de la Barca al lado de la Rambla de la Barca, así como una caseta en la Punta del Arenal. Este Gremio fue disuelto en 1864, aunque, bajo la presidencia del Ayudante de Marina, los marineros siguieron contratando la barca de pasaje de la ría hasta que el puente entró en servicio. A la hora de su disolución sus únicos bienes se reducían entonces a una casa situada en la calle de la Atalaya , la caseta del Arenal para resguardo de los pasajeros de la ría , dos barracas en el campo de la falda y 72 áreas en la ría cuyos juncos se utilizaban para dar techo a las barracas.
En febrero de 1866, la Sociedad de Matriculados, creada en sustitución del Gremio, se veía obligada a solicitar el producto de la barca del pasaje y renta de la casa de la Atalaya, a pesar de que en el expediente de liquidación del Gremio no figuraba si la casa la barca eran propiedad del mismo, aunque a la postre les fueron devueltas, no sin antes presentar numerosas reclamaciones.
Una vez construido el primer puente en 1865, a este primigenio puente de madera se le hicieron con el paso del tiempo numerosas reparaciones, a lo largo de su vida útil, dado su difícil mantenimiento, teniendo los vecinos y forasteros que recurrir a las barcas para el paso mientras duraban estas.
Así están constatadas obras de reparación en 1871 y otros, así como una muy importante empezada en 1879 y que se prolongó hasta abril de 1881, lo que obligó a la vuelta al servicio de las lanchas, para lo que incluso se tuvo que volver a acondicionar la caseta de la Punta del Arenal.
En junio de 1889 el puente se hundió en uno de sus tramos, lo que obligó a una nueva reparación.
Tal era el estado del puente de madera en 1891 que ya se planteó el sustituirlo por uno de hierro, del cual comenzaron las obras el 16 de noviembre de 1892, siendo inaugurado un año después el 9 de agosto de 1898. Este fue obra de Eugenio de Ribera y en su momento se consideró como el puente metálico más largo de España.
Este puente de hierro se construyó de forma casi paralela al de madera y se le dieron tres manos de pintura, con galipote desde la línea de bajamar hasta las zapatas y para el resto se utilizaría pintura al óleo de color aplomado. Los dos puentes permanecieron juntos hasta 1900 en el que el Ayuntamiento vendió los restos del puente de madera que se empleó para vigas y como postes clavados en la desembocadura del río San Pedro, para atracadero de embarcaciones pesqueras que surtían a dos conserveras ubicadas en el arenal de Santa María.
Durante de la Guerra Civil, se procedió a la voladura de este viaducto por las tropas republicanas, que intentaban evitar así el avance de las tropas nacionales.
Este puente fue posteriormente reemplazado, por el que ha llegado hasta la actualidad, siendo inaugurado el 5 de mayo de 1940. Para construirlo se contó con la mano de obra de 300 presos republicanos. Durante el tiempo que duraron las obras, una vez más se tenía que cruzar de un lado al otro del Sella en las lanchas, que navegaban desde La Punta del Arenal hasta el paseo de la Grúa.
Cuando se culminó su construcción se colocó en el mismo una placa conmemorativa en la que se anotaba que el puente había sido «destruido por hordas rojas y reconstruido por la España nacional»., placa que fue retirada durante la precampaña de las primeras elecciones democráticas, en uno de los actos de precampaña.
Hoy en día se hace más que evidente la necesidad de sustitución o renovación del actual puente, dotándole como inmediato de más anchura y de acomodo a las previsiones futuras de tráfico, siendo esta una de las necesidades y reivindicaciones de la población riosellana.