La historia del otro Sella
Dicen las crónicas que en el mes de julio de 1930, un veraneante catalán, en la época en que a las vacaciones se las denominaba veraneo, asiduo de Asturias, llegó con una novedad, una piragua comprada en los almacenes El Siglo en su Barcelona natal. Con un amigo la montaron y decidieron dar un paseo por el río. Dicen que iniciaron su periplo en Ceceda, por el río Piloña, desde donde llegaron a Infiesto, lugar en el cual la gente se lanzó a recibirlos ante la extrañeza de aquel artefacto que bajaba por el río tripulado por unos intrépidos y arriesgados exploradores, razón por la cual la expectación generada fue enorme, para los parámetros de la época.
El armador y patrón mayor Dionisio de la Huerta, daba los pasos consecuentes a su carácter inquieto y curioso, y se convertía junto con Alfonso Argüelles y Manés Fernández en el gran explorador del río Piloña. La excursión continuaba acompañados de diez amigos que por carreteras y caminos hacían las veces de porteadores de suministros y logística, así como de ánimos para sus compañeros convertidos en eventuales piragüistas.
Van sin prisa, con el único ánimo de disfrutar del paisaje, de compartir experiencias y revalidar su carácter de compañeros y amigos. Hacen noche en Soto de Dueñas, donde en animada charla con sus acompañantes terrestres cuentan su experiencia con entusiasmo y alabanzas para el esplendido paisaje que estaban descubriendo en su periplo.
Tras pasar una animada velada y un reconfortante descanso al día siguiente reanudan el viaje con renovado ímpetu e intriga ante la aventura que tienen por delante. Llegan a la desembocadura del río por el que navegan, donde este tributa y rinde sus aguas al río Sella, en Arriondas donde la población también los recibe de forma extrañada y entusiasmada, al ver a los intrépidos palistas, que continúan ahora ya con mayor caudal aguas abajo hasta donde por fin el Sella se rinde en la mar, en Ribadesella.
No hay muchas noticias en los archivos, que nos den detalles y anécdotas de esa magnifica excursión si exceptuamos las innumerables loas al espectacular y cambiante paisaje que les acompañaba.
Ni que decir cabe que la experiencia caló hondo y allí mismo durante la comida que celebraron con sus amigos en los magníficos prados de vega, llamados Campos de Oba, en Llovio se gesto ya la cita para el año siguiente, que quedó establecida para el primer sábado de agosto, atendiendo a dos razones fundamentales, el periodo estival de veraneo y las condiciones de la marea, allí donde la influencia del mar se hace notar en el río.
Año 1931, nueva cita y nuevo descenso sin prisas ¿para que?. El disfrute de la belleza y de los buenos momentos hay que hacerlo de forma tranquila y pausada, para que esos momentos calen profundo en nuestra alma, se nos grave en nuestro disco duro las excelencias del paisaje y las experiencias compartidas con nuestros amigos. Este es el espíritu de Dionisio. Esta vez la salida se fija desde Arriondas, en la que dos embarcaciones con Dionisio, Manés y Alfonso se ven sorprendidos por un, dentro de lo que cabe, apoteósico recibimiento, donde niños y mayores se agrupan para ver salir a aquellos remeros que nuevamente se iban a aventurar por el río, y es que las piraguas y el Sella enganchan.
Al año siguiente la convocatoria ya reúne a mas participantes y antes de la salida comienza el debate, entre los partidarios de imprimir un carácter competitivo entre la concentración de piragüistas, oponiéndose Dionisio que con voz firme apunta que de competición nada, lo bonito es ir viendo el paisaje y eso no lo favorece el correr. Después de una hora de discusión se llega a un acuerdo, paseo por el río, pero para ver quien llega antes. De esta forma nace la primera competición del Sella, ante la oposición de Dionisio, que paradójicamente capitanearía durante años y años, con una dedicación, constancia y eficacia digna de admiración, hasta convertir al Descenso del Sella en la Fiesta del piragüismo internacional, y en la cita mas importante del verano asturiano.
Ya en 1991, los piragüistas ribereños Ton y Calo Soto, después de varios años de maduración del proyecto recogen el espíritu inicial de Dionisio, y se lanzan a ofrecer a través de su Escuela Asturiana de Piragüismo, a los asturianos y turistas que pululan por la zona, la posibilidad de bajar el Sella sin prisas, acercándose al disfrute de su paisaje, de sus rápidos, de su vegetación, de sus alisedas, de sus prados, de su fauna, de sus salmones, de su vida.....
Su procedencia del mundo de la competición, hace que el aspecto técnico quede resuelto, pero existe un problema, las embarcaciones , atisban que poner en manos de personas inexpertas ,canoas fabricadas en fibra de vidrio, podría echar al traste su idea dada la fragilidad de estas , pero una visita a la región francesa del Ardeche, acaba con su preocupación , ven las primeras piraguas de plástico, que por su resistencia a los impactos creen que pueden ser adecuadas para enfrentarse a los rápidos del Sella.
Dionisio apoya la idea de forma inmediata y entusiasta, y dice “eso es lo que yo quise siempre para el Sella, que fuese un río abierto para todo el mundo, que se recorra disfrutándolo y admirándolo, que se le de trato de amigo, y a los amigos hay que disfrutarlos con tiempo y sin prisas”.
Literalmente escribe en una de sus cartas de animo “creo que el Sella, no es un río como los demás. Tiene su embrujo. Según el dios Neptuno –que entendía de esto- (así lo hacia constar en todos sus diplomas)- ES EL RIO MAS BELLO DEL CIELO Y DE LA TIERRA, y todos estamos esperando convencidos que los relatos e impresiones que van a reflejar los participantes en vuestra aventura, van a estar de acuerdo con lo que pensaban los habitantes del Olimpo. Yo estoy seguro de ello y hago votos fervientes porque así sea”
Con estas credenciales y ánimos de la persona mas autorizada para opinar del Sella y las piraguas, hace que estos pioneros, redoblen sus esfuerzos para que cualquier persona sin necesidad de conocimientos técnicos previos y con unas embarcaciones, muy estables, ¿cuántos potenciales piragüistas se frustraron por los inevitables vuelcos al iniciarse en piraguas de competición?, sean capaces de emular a los piragüistas que participan en el Descenso Internacional, y les permita acercarse a ver los ríos de otra forma, desde dentro, donde podrán superar los obstáculos que el medio natural pone a nuestra capacidad, a la vez que colme su curiosidad, dando rienda a su motivación de conocer medios diferentes, de descubrir e investigar zonas nuevas, así como experimentar sensaciones que en ningún otro lugar se pueden experimentar.
Así su objetivo inicial es tratar de conseguir acercar al Sella, a cien personas que cada año se convirtiesen por un día en piragüistas, esta meta se logra con creces y desde el primer momento sus previsiones se han visto desbordadas.
Este éxito inicial hace que enseguida empiecen a aparecer más empresas y que Arriondas empiece a conocerse como un destino turístico, sector este del que se mantenía al margen a pesar del fuerte tirón de sus concejos aledaños.
Hoy en día la situación a cambiado sustancialmente y la ilusión de Dionisio de que el río Sella, fuese un punto de encuentro para el disfrute tranquilo se ha convertido en una realidad al que acuden miles de visitantes para disfrutar de una experiencia inolvidable, contemplando sus magníficos paisajes convertidos por un día en piragüistas.
Arriondas y el río Sella es hoy un destino ineludible para los visitantes de Asturias y su acercamiento al piragüismo, hoy están establecidas una veintena de empresas que organizan esta actividad y se puede decir sin riesgo a equivocarse que durante el año mas de doscientas cincuenta mil personas, descienden en piragua por este espléndido río, dándole un barniz de alegría multicolor, lo que sin duda hará a Dionisio sentirse aún mas orgulloso y sin duda desde la lejanía esbozara esa alegre y sincera sonrisa que le caracterizaba.